Es siniestro ese momento, en que la fría dulzura nos hace volver a intentar retomar una relación rota por el orgullo. Caminamos solo por un desierto donde entre lágrimas y arena podemos ver ocurrir el ocaso.

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Nos acostumbramos al despojo, todo es muecas y colores.

Ya no le prestes atención a aquella voz que provoca temor, aquellas palabras que quedaron vacías. Al mirar las fotos vemos los recuerdos crecer por nuestros dedos, es una agonía que no deja cruzar tu camino con el mío.

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Sin embargo fueron los intentos victoriosos de ser impune a sus acciones, volvimos a la rutina de siempre, seguías mirando de costado con orgullo, ya que el orgullo te devoró.

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